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El Principito

Cuando la ilusión es redonda y los sueños tienen forma de portería

Cuando la ilusión es redonda y los sueños tienen forma de portería Las puertas de los vestuarios del campo de fútbol se abren y decenas de niños entre 8 y 11 años entran corriendo y agolpándose unos sobre otros a su interior. Los más impetuosos se quedan encajados, mochila con mochila, en la puerta, cuya capacidad no supera las dos unidades entrando a la vez por muy bajito y delgado que se sea. Y es que las puertas no entienden de ilusiones y ansiedad por calzarse las botas de Ronaldinho antes que nadie. Los menos escrupulosos echan la mochila al suelo, se sientan y se cambian, desafiando el ojo experto de una madre a la que no pasará desapercibida la mancha en el pantalón.

Gritos, risas y camisetas de Ronaldinho, muchas camisetas de Ronaldinho, que ponen de manifiesto las elevadas aspiraciones de sus dueños. Claro que sí, hay que apuntar a lo más alto. Entre tanto color azulgrana, un osado seguidor “perico” se enfunda la camiseta de su ídolo, Tamudo, soportando estoicamente los comentarios de sus compañeros. Luego os marco tres goles y a ver quien ríe último, debe pensar en un prudente silencio.

Más gritos, ahora de los entrenadores, que apresuran a los más rezagados para que salgan a entrenar. Alguno ha perdido de vista su mochila un instante para intercambiar cromos con su compañero, libre de la carga del macuto, y ahora es incapaz de recordar donde la dejó. Los primeros en cambiarse esperan impacientes en la puerta del vestuario para poder salir al campo. Instantes después, una manada de pequeños futbolistas esprintan para llegar los primeros al palo de la portería que les corresponde. Ya se sabe que el último en tocarlo soportará las bromas de los primeros.

El panorama de los vestuarios ha cambiado completamente en cinco minutos, ahora tan sólo quedan mochilas en el suelo, algún calcetín perdido que llevará de cabeza dentro de un rato al dueño del pie que lo calzaba y dos pares de zapatos desparejados.

Desde la oportunidad para la reflexión que deja la calma después de la tempestad, uno seda cuenta de lo afortunados que somos: un año más volvemos a tener la oportunidad de hacer lo que más nos gusta a todos, jugar al fútbol. Si algo nos une a todos los que estamos en el campo de fútbol del colegio es precisamente esa fascinación (tal vez irracional) por un balón de fútbol. Una fascinación que hace que nos olvidemos de los deberes, los castigos del cole, los enfados y un largo etcétera durante una hora y media. Y eso, créanme, no se paga con dinero ni se explica con palabras.

Después vendrán los partidos y co ellos los abrazos, los goles, los llantos, los sueños, las alegrías y las tristezas. Viviremos las primeras victorias y derrotas, de las que, como en la vida misma, nunca hay una última. Y es que el fútbol, a veces, se convierte en una metáfora de la vida. Por eso mismo, si logramos inculcar a los niños el valor del trabajo en equipo, el respeto hacia los compañeros, el árbitro y los entrenadores, el espíritu de lucha, sacrificio y superación que ofrecen la práctica del deporte habremos logrado marcar el gol más importante y, como dice la canción, pobre del que quiera robarnos la ilusión.

2 comentarios

El Principito -

Gracias AMANTE PERFECTO! realmente es difícil de explicar lo que vivimos en un campo de fútbol los enamorados de este deporte...

EL AMANTE PERFECTO -

JODER PABLO...ME AS PUESTO LOS PELOS DE PUNTA...TE A FALTADO EL FINAL, "EMPIEZA LA COPA COCA-COLA..." DI LA VERDAD...CUANTO TE PAGARON X EL ARTICULO?? DE VERDAD...ESTA MUY BIEN!! (Y ESO Q ES SOLO EL PRINCIPIO)
P.D: PERO X MUXA ILUSION Q PONGAIS...NECESITAIS 1 CRACK Q TIRE DEL CARRO GRIEGO!!