Bibir para ber
El debate sobre la posible reforma ortográfica del español enfrenta a los sectores más conservadores y progresistas de las letras hispanas
nullEsther y Pablo.Barcelona
El español, con cerca de 400 millones de hablantes, es el tercer idioma más hablado en todo el planeta. Su hipotética reforma ortográfica se ha convertido en objeto de debate por parte de filólogos, periodistas y refutados escritores. En un bando se sitúan aquellos que abogan por una reforma, más o menos radical, de la ortografía del español y su adecuación al siglo XXI. Frente a esta postura se encuentran los defensores de la estética, la tradición y una estricta regulación. En esta línea se posiciona la Real Academia de la Lengua, quien reconoce nuestro sistema de escritura como sencillo, claro y muy bien adaptado a la lengua oral
Si atendemos al principio de funcionalidad del idioma, la reforma ortográfica del español subyace como una necesidad para que éste cumpla con su función última, ser el instrumento que posibilite y facilite la comunicación entre miembros de una misma comunidad de hispanohablantes. En contra de lo expuesto por la Real Academia, la ortografía del castellano está basada en la norma culta del castellano del centro y norte de España. Además, la escritura del castellano actual no es fonética puesto que presenta diversidades evidentes entre determinados fonemas y sus correspondientes grafismos.
La potencial reforma debería hacer la lengua más sencilla y tender a una representación fonética coherente y carente de contradicciones. En esta dirección se manifestado, entre otros, el escritor Gabriel García Márquez, quien aboga por la simplificación de la ortografía castellana, por liberarla de sus fierros normativos. De este modo, al hacer más racional la norma se lograría que los usuarios de la lengua la aceptaran con mayor facilidad y alcanzaran un mayor compromiso con ella. Además, se lograría facilitar el aprendizaje de la lengua escrita haciendo este proceso más rápido y menos costoso.
Desde el punto de vista de la adecuación fonética, la reforma eliminaría la x cuando suene como j (como en México, que pasaría a escribirse Méjico), así como je y ji, que serían sustituidos por ge y gi en todos los casos (gefe, ginete). Por el mismo motivo, se deberían eliminar las grafías v, w y k al tener en los fonemas /b/ y /c/ su representación fonética. Por último, se debería eliminar la grafía y puesto que i ya representa el fonema /i/ (rei, buei)
Así mismo, se debería eliminar la letra h excepto en el dígrafo ch. Al respecto, cabe destacar que en algunas zonas de España la h se aspira, pero en ningún caso se mantiene más que por razones etimológicas, no como representación del extinto fonema /h/. Por lo tanto, la h debería eliminarse en los casos en que no representa nada ( hombre, nihilismo, inhóspito). Lo mismo ocurre en el sur de la Península con el seseo; pese a tratarse de una peculiaridad muy arraigada, quienes lo emplean no tienen problema alguno para escribir correctamente. Por ello, tampoco tendrían problemas de adaptación al hacer desaparecer la h.
Es cierto que la ortografía española es una de las que más se acerca al ideal fonémico. Esto, junto a la facilidad relativa al aprendizaje en comparación con lenguas como el francés o el inglés, ha sido empleado por aquellos que se oponen a su reforma ortográfica. No obstante, las discrepancias entre algunos fonemas y su representación gráfica que hemos analizado son suficientemente importantes para negar dicha facilidad y legitiman la reforma. Se trataría, por lo tanto, de eliminar la totalidad de incongruencias entre los fonemas y su representación gráfica con el fin de racionalizar la norma ortográfica y facilitar su aprendizaje.
nullEsther y Pablo.Barcelona
El español, con cerca de 400 millones de hablantes, es el tercer idioma más hablado en todo el planeta. Su hipotética reforma ortográfica se ha convertido en objeto de debate por parte de filólogos, periodistas y refutados escritores. En un bando se sitúan aquellos que abogan por una reforma, más o menos radical, de la ortografía del español y su adecuación al siglo XXI. Frente a esta postura se encuentran los defensores de la estética, la tradición y una estricta regulación. En esta línea se posiciona la Real Academia de la Lengua, quien reconoce nuestro sistema de escritura como sencillo, claro y muy bien adaptado a la lengua oral
Si atendemos al principio de funcionalidad del idioma, la reforma ortográfica del español subyace como una necesidad para que éste cumpla con su función última, ser el instrumento que posibilite y facilite la comunicación entre miembros de una misma comunidad de hispanohablantes. En contra de lo expuesto por la Real Academia, la ortografía del castellano está basada en la norma culta del castellano del centro y norte de España. Además, la escritura del castellano actual no es fonética puesto que presenta diversidades evidentes entre determinados fonemas y sus correspondientes grafismos.
La potencial reforma debería hacer la lengua más sencilla y tender a una representación fonética coherente y carente de contradicciones. En esta dirección se manifestado, entre otros, el escritor Gabriel García Márquez, quien aboga por la simplificación de la ortografía castellana, por liberarla de sus fierros normativos. De este modo, al hacer más racional la norma se lograría que los usuarios de la lengua la aceptaran con mayor facilidad y alcanzaran un mayor compromiso con ella. Además, se lograría facilitar el aprendizaje de la lengua escrita haciendo este proceso más rápido y menos costoso.
Desde el punto de vista de la adecuación fonética, la reforma eliminaría la x cuando suene como j (como en México, que pasaría a escribirse Méjico), así como je y ji, que serían sustituidos por ge y gi en todos los casos (gefe, ginete). Por el mismo motivo, se deberían eliminar las grafías v, w y k al tener en los fonemas /b/ y /c/ su representación fonética. Por último, se debería eliminar la grafía y puesto que i ya representa el fonema /i/ (rei, buei)
Así mismo, se debería eliminar la letra h excepto en el dígrafo ch. Al respecto, cabe destacar que en algunas zonas de España la h se aspira, pero en ningún caso se mantiene más que por razones etimológicas, no como representación del extinto fonema /h/. Por lo tanto, la h debería eliminarse en los casos en que no representa nada ( hombre, nihilismo, inhóspito). Lo mismo ocurre en el sur de la Península con el seseo; pese a tratarse de una peculiaridad muy arraigada, quienes lo emplean no tienen problema alguno para escribir correctamente. Por ello, tampoco tendrían problemas de adaptación al hacer desaparecer la h.
Es cierto que la ortografía española es una de las que más se acerca al ideal fonémico. Esto, junto a la facilidad relativa al aprendizaje en comparación con lenguas como el francés o el inglés, ha sido empleado por aquellos que se oponen a su reforma ortográfica. No obstante, las discrepancias entre algunos fonemas y su representación gráfica que hemos analizado son suficientemente importantes para negar dicha facilidad y legitiman la reforma. Se trataría, por lo tanto, de eliminar la totalidad de incongruencias entre los fonemas y su representación gráfica con el fin de racionalizar la norma ortográfica y facilitar su aprendizaje.
8 comentarios
Esteban -
Te dejo la dirección de mi blog. Por si quieres pegarme un rapapolvo. He dicho "rapa", que quede bien claro. www.sucede.blogia.com
Esther -
De totes maneres... moltes gràcies!!
Un petonet!!
El Principito -
tt -
Un amistoso saludo.
Esther -
Q fort...
Mas Canosa -
El Principito -
Gagarin -
Por otro lado, la simplificación reduciría distancias entre "analfabetos" y "alfebatizados", lo que sí sería positivo.
Aunque mi opinión personal, en principio, es contraria a una reforma radical.